“La mayoría de las personas pensarían que el medio interestelar es tranquilo y silencioso. Pero estas ondas de choque parecen ser más comunes de lo que pensamos”, dijo Don Gurnett, un profesor de física de la Universidad de Iowa, en Iowa City. Gurnett presentó los nuevos datos el lunes 15 de diciembre en la reunión de la Unión Geofísica Estadounidense (American Geophysical Union, en idioma inglés), que tuvo lugar en San Francisco.
La nave espacial Voyager 1 ha experimentado tres “ondas de tsunami” en el espacio interestelar. Escuche cómo estas ondas hacen que la materia ionizada circundante suene como una campana.
“El tsunami hace que el gas ionizado que está allí afuera resuene; que ‘cante’ o vibre como una campana”, dijo Ed Stone, un científico del proyecto de la misión Voyager, con base en el Instituto de Tecnología de California (California Institute of Technology, en idioma inglés), ubicado en Pasadena.
“Este destacable encuentro provoca preguntas que estimularán nuevos estudios sobre la naturaleza de los choques en el medio interestelar”, expresó Leonard Burlaga, un astrofísico emérito del Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Spaceflight Center, en idioma inglés), de la NASA, ubicado en Greenbelt, Maryland, quien analizó los datos vinculados con el campo magnético, los cuales fueron la clave para llegar a estos resultados.
No está claro para los investigadores qué puede significar la inusual longevidad de esta onda en particular. Asimismo, ellos desconocen cuán rápidamente se está moviendo la onda o cuán amplia es la región que abarca.
La segunda onda del tsunami ayudó a los investigadores a determinar, en el año 2013, que la nave espacial Voyager 1 había abandonado la heliosfera, la burbuja que creó el viento solar y que incluye al Sol y a los planetas de nuestro sistema solar. Los “anillos” de plasma denso, a una frecuencia mayor, y el medio a través del cual voló Voyager, resultaron ser 40 veces más densos que lo que se había medido previamente. Esto fue clave para llegar a la conclusión de que Voyager había ingresado a una frontera en la cual ninguna nave espacial había estado antes: el espacio interestelar.
“La densidad del plasma es mayor a medida que Voyager se aleja más”, dijo Stone. “¿Eso se debe a que el medio interestelar es más denso a medida que Voyager se aleja de la heliosfera, o se debe a la onda de choque misma? Todavía no lo sabemos”.
Gurnett, quien es el principal investigador del instrumento para las ondas de plasma en Voyager, espera que dichas ondas de choque se propaguen más lejos en el espacio, quizás incluso al doble de la distancia que hay entre el Sol y el sitio donde la nave espacial se encuentra justo ahora.
Voyager 1 y su gemela, Voyager 2, fueron lanzadas con 16 días de diferencia, en el año 1977. Ambas naves espaciales sobrevolaron Júpiter y Saturno. Asimismo, Voyager 2 sobrevoló Urano y Neptuno. Voyager 2 fue lanzada antes que Voyager 1, y es la nave espacial que más tiempo ha estado en funcionamiento. Se espera que ingrese al espacio interestelar dentro de pocos años.
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